Las Iglesias Orientales Católicas XIV: Etíopes

Catedral de la Natividad de la Virgen en Adis Abeba


Lăudat să fie Isus!

Seguimos por nuestro recorrido por las iglesias orientales católicas. Hoy seguiremos, y terminaremos, con las iglesias de tradición alejandrina. En el capítulo 8 de los Hechos de los Apóstoles (Hch 8, 26-40) nos encontramos con el pasaje de Felipe, uno de los 7 diáconos, que, habiendo sido interpelado por un Ángel, tiene un encuentro con un hombre etíope, que era un eunuco de la reina Candace. Este eunuco estaba leyendo al profeta Isaías cuando Felipe, a quien el Espíritu le animó a acercarse al carro del etíope, se le acercó para explicarle lo que estaba leyendo. Tras la conversación, Felipe bautiza al etíope, quien las escrituras dicen que se fue lleno de alegría. Este pasaje nos muestra que el cristianismo llega a Etiopía muy pronto. Este dato contrasta con la fecha en la que se sella la vuelta a la unidad con parte de ellos, 1846. Los primeros en evangelizar la región, según nos cuenta la Tradición, fueron los apóstoles San Bartolomé y San Mateo, aunque no se conservan noticias de los primeros dos siglos de cristianismo en la zona. En el s. IV, San Atanasio, Patriarca de Alejandría, consagró al obispo de origen sirio Frumencio como titular de Axum, ciudad que se encuentra al norte de la actual Etiopía. Desde ese momento, la comunidad cristiana de Etiopía ha estado vinculada a la sede de Alejandría. Por eso, aunque la iglesia etíope ha tenido su propio desarrollo a nivel litúrgico, su rito es considerado parte de la tradición alejandrina, aunque difiere mucho del copto.

San Atanasio de Alejandría

Es en este tiempo cuando el cristianismo se extiende por Etiopía. Gracias a la conversión del rey Ezana de Axum, por la predicación del nombrado obispo Frumencio a finales del s. IV. Por desgracia, al estar tan vinculada a Alejandría, el cisma provocado tras el Concilio de Calcedonia, la iglesia etíope quedó bajo la sombra de la división. Así, la iglesia etíope, ha tenido su propio desarrollo al margen del resto del cristianismo, incluida la Iglesia Católica. No es hasta finales del s. XII y principios del s. XIV cuando llegan a Etiopía los primeros misioneros dominicos. Durante el pontificado del papa Eugenio IV, hubo un contacto entre la Santa Sede y la monarquía etíope. El Papa escribió en agosto de 1439 invitando al emperador etíope Zera Yacob. Este rey es uno de los personajes más importantes de la historia de Etiopía y seguramente algún día, Dios mediante, le dedicaré un artículo propio, pues lo merece. Para destacar algún aspecto significativo de su reinado señalaría que logró unificar a la iglesia en un periodo muy convulso. Era un hombre muy devoto, gran defensor de la cristiandad y un hombre muy justo. Cuando se enteró de la destrucción del monasterio por parte de los musulmanes, Zera le escribió al sultán  Jaqmaq para recodarle que él tenía súbditos musulmanes a los que respetaba y que Etiopía tenía control sobre el Nilo y que al sultán no le interesaba enfrentarse a él. Aunque el sultán captó la indirecta y bajó las revoluciones con respecto a la persecución de los cristianos, se negó a reconstruir el monasterio.

Por contra, Zera Yacob no estaba por la labor de unirse a la Iglesia Católica y, aunque envió delegados al Concilio de Florencia, todo se quedó en agua de borrajas. No obstante, 100 años más tarde, en 1531, los musulmanes estuvieron a punto de acabar con los cristianos en Etiopía, pero el rey Lebna Dengel le pidió ayuda a los portugueses, que enviaron fuerzas en auxilio de los etíopes, finalmente en 1541 los musulmanes fueron vencidos. Gracias a las buenas relaciones entre portugueses y etíopes, se estableció una relación más estable entre la Santa Sede y la iglesia etíope. Así, la misión en a región fue dada a los portugueses, quienes llevaron a cabo una dura labor misionera que, finalmente, tuvo su primera gran victoria en 1622, cuando el emperador Sissinios se convirtió al catolicismo y lo declaró religión oficial de Etiopía. desgraciadamente, la fe no puede ser impuesta por la espada, y las rebeliones resultantes dieron lugar a conflictos de gran magnitud.

El misionero jesuita Pedro Páez

El primer intento formal de unidad se da en 1626, en los tiempos de Gregorio XV. El Papa había nombrado al jesuita portugués, Alfonso Méndez, patriarca de la iglesia etíope. El problema es que esta unión fue muy endeble y, 10 años después, la situación cambió. Uno de los problemas fundamentales, al que también, Dios mediante, dedicaré un artículo, es el de la unificación forzada a través de la latinización. Ese fue el problema con el patriarca Méndez y con el emperador Sissinios. Tras abdicar su padre en su favor, accedió al trono Alam Sagad, quién volvió a declarar que Etiopía era dependiente del patriarcado de Alejandría. El patriarca fue expulsado junto al resto de misioneros, llegando el extremo de ejecutar a quienes se negaron a irse. Al igual que ocurrió con Japón tras la expulsión del cristianismo, la presencia de misioneros católicos fue absolutamente prohibida.

Estatua del emoerador Alam Sagad

No fue hasta 1839 cuando se retomó establemente la presencia de misioneros, principalmente de lazaristas y capuchinos. Al principio la población era muy hostil hacia los misioneros, aunque finalmente se pudo establecer una prefectura apostólica en Adua. En 1846 se estableció un vicariato apostólico a cargo de los capuchinos de origen italiano. En este año, como he dicho al principio, se puede considerar que se sella la vuelta a la unidad de las primeras comunidades de rito etíope. El comienzo de la comunidad católica etíope se debe a la labor apostólica  de San Justino de Jacobis, un misionero lazarista. San Justino consiguió que varios sacerdotes de la iglesia etíope se hicieran católicos junto con sus comunidades. En 1889 accedió al trono Dejazmach Menelik, quien favoreció la labor de los católicos en Etiopía. Con los años se fue asentando la base facilitada por San Justino.

San Justino de Jacobis



Finalmente, en 1930 se crea el primer ordinariato para los católicos de rito etíope en Asmara, Eritrea. Ya por fin, en 1951, se crea un pequeño exarcado apostólico (situación canónica de la iglesia bizantina católica en Grecia) en Adis Abeba. En loa 10 años siguientes, la iglesia creció lo suficiente para ser nombrada iglesia metropolitana sui iuris, con sede en Adis Abeba, siendo el cardenal paúl Berhaneyesus Demerew Souraphiel (no quisiera imaginarme el memento en la misa por él) el actual arzobispo metropolitano. La comunidad de rito etíope cuenta con casi 300.000 fieles entre las jurisdicciones de Etiopía y Eritrea. Celebran el rito etíope en lengua ge'ez (una lengua muerta semítica) y en las principales lenguas vernáculas de cada país, principalmente amárico y tigriña, amabas lenguas semíticas descendientes del ge'ez.

El cardenal Demerew celebrando la Divina Liturgia

Comentarios

Entradas populares de este blog

Roma es la madre de todas las iglesias

Iglesias Orientales XVII: Maronitas

Iglesias Orientales XV: Armenios