Las órdenes menores en la iglesia bizantina

 Lăudat să fie Isus!

Aprovecho que me han dado la gran alegría de que el próximo 30 de enero me van a dar las órdenes menores del lectorado y el hipodiaconado, por lo cuál pido oraciones, me gustaría hablar hoy de esta figura, normalmente desconocida, al menos la 2ª, porque desde la reforma litúrgica llevada a cabo tras el concilio Vaticano II se eliminaron, al menos en el novus ordo, las órdenes menores, que eran 5: lectorado, acolitado, ostiariado, exorcistado y subdiaconado. Tras esto quedó la actual figura de los ministerios laicales del lectorado, del acolitado y, ahora también, del catequista. 

En las iglesias orientales los clérigos están en divididos en dos grados, menores, que son el lectorado (llamado también cantorado) y hipodiaconado, y mayores, que incluye al diácono, al presbítero y al obispo. Estas órdenes menores, al darle al fiel que lo recibe la categoría de clérigo están reservados exclusivamente a los varones.

El orden menor de los lectores, también llamados, como he dicho, cantores, se encarga de servir, como probablemente el lector avispado haya sospechado, en el coro. En los ritos orientales el coro es un elemento esencial, pues las liturgias son cantadas. No voy a entrar en un análisis del rito ahora, lo haré, Dios mediante, cuando termine la historia de las iglesias orientales.  Lo que sí adelantaré ahora es que el rito bizantino tiene muchas oraciones diferentes que se cantan como los troparios, los kontakion, las antífonas, el Trisagión, etc. Este último probablemente le suene a alguno si ha rezado la corona de la misericordia, es una oración de alabanza a Dios bellísima, "Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros ", de ahí su nombre en griego, "tris" (tres veces) "agion" (santo).  Como he comentado todas estas oraciones se cantan. Para este servicio se celebra la ordenación menor del lector o cantor. También, como su nombre indica, el lector es el encargado de cantar el Apóstol, que es la lectura del Nuevo Testamento que se hace antes del Evangelio, ya lo desarrollaré más adelante, pero en el rito bizantino no se lee el Antiguo Testamento, por lo que no hay ni 1ª lectura ni Salmo, sólo lectura de una Carta o de los Hechos de los Apóstoles.

El hipodiaconado es un poco más difícil de explicar. Básicamente es una figura que ayuda al servicio del Altar en la Divina Liturgia y en el Oficio Divino. Las funciones concretas que ejerce son distintas, no ya entre las distintas iglesias orientales, sino entre las eparquías de una misma iglesia. Su función puede ir desde simplemente ejercer un especie de "acolitado solemne" hasta cubrir prácticamente todas las funciones del diácono en la Divina Liturgia, como es el caso de mi eparquía. El hipodiaconado, en cualquier caso, es el culmen de las órdenes menores, un paso muy importante, tan importante que el candidato al sacerdocio, en mi eparquía al menos, aunque todavía tiene opción de casarse hasta antes del diaconado, debe haber tomado la decisión antes de recibir el hipodiaconado. Las órdenes menores son, como he dicho, muy importantes en las iglesias orientales, de hecho hay personas que permanecen de por vida en una de ellas y sirven a la iglesia como hipodiáconos o cantores. 

El rito es parecido al de la ordenación de diáconos y presbíteros. Se llama al candidato, luego este recibe tres veces la bendición del obispo mientras hace un gesto litúrgico muy impresionante que se llama metanoia grande. Es un gesto mediante el cuál la persona se pone de rodillas y se inclina hasta que su cabeza toca el suelo, como nota curiosa la palabra metanoia significa "conversión" en lengua griega. La metanoia pequeña es el equivalente a hacer la señal de la cruz  en la iglesia latina. Como 2ª nota curiosa los orientales hacen la señal de la cruz arriba, abajo,  derecha e izquierda mientras que en la iglesia latina es arriba, abajo, izquierda y derecha. 

Tras las tres metanoias, el candidato se acerca. En el caso del lector, como signo de que queda instituido como clérigo, se le hace la tonsura que, gracias a Dios, no consiste en que el obispo le deje al candidato una calva en el cogote como a los frailes, sino que le corta un mechón de pelo. Esto se hace como signo de consagración a Dios. Tras esto el candidato recibe la imposición de manos del obispo con la oración de la ordenación correspondiente. Después el obispo le apoya la vestidura o vestiduras correspondientes en el hombro mientras dice en voz alta "¡Es digno!" y, mientras el pueblo canta "¡es digno, es digno!" el obispo le impone las vestiduras al candidato. Finalmente, en el caso de los hipodiáconos, se les da un lavabo para lavarle las manos al obispo. Y así queda establecido el nuevo lector o hipodiácono.


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