Las Iglesias Orientales Católicas XIII: Coptos

Celebración de la Divina Liturgia (misa) copta en la catedral Copta Católica del Cairo


Lăudat să fie Isus!

Continuamos nuestro viaje por las iglesias orientales católicas. Habiendo terminado, con la última entrada publicada, con las iglesias bizantinas, entre esta semana y la que viene abordaremos una nueva tradición, la alejandrina. Esta tradición está compuesta por dos ramas, la copta, de la que hablaremos hoy, y la etíope.

La tradición alejandrina hunde sus raíces en el primer siglo de vida de la Iglesia, pues se atribuye su origen a la predicación del Evangelista San Marcos en la ciudad de Alejandría, ciudad de la que fue su primer obispo. La tradición cuenta que San Marcos ejerció incansablemente su labor apostólica hasta que fue condenado a muerte, siendo atado por el cuello y arrastrado por la ciudad. Habiendo sobrevivido al primer intento, murió al segundo día al haber sido sometido al mismo suplicio. Esta tradición es una piedra angular de la tradición alejandrina, quien siempre se ha visto especialmente sometida a la persecución y al martirio, como, Dios mediante, espero poder tratar en un artículo dedicado exclusivamente a esta cuestión. La importancia de San Marcos es tal que la liturgia principal propia de los coptos es La Liturgia Griega de San Marcos, que también recibe el nombre de Liturgia de San Cirilo. Los coptos tienen, al igual que el rito bizantino, otras dos liturgias, la de San Basilio Magno  la de San Gregorio Nacianceno. Cuando termine, Dios mediante, la parte histórica de las iglesias orientales me dedicaré a explicar cada una de las liturgias orientales, allí explicaré cuando se usa cada una, sus diferencias y demás cuestiones.

Aunque, como he comentado, la comunidad copta surge con la predicación de San Marcos en Alejandría, los primeros que tienen contacto con el cristianismo son los que se hallaban presentes en la fiesta de Pentecostés que se describe en el capítulo 2º de los Hechos de los Apóstoles. La comunidad surgida en Alejandría se convirtió enseguida en uno de los centros de la cristiandad, de hecho Alejandría se convertiría en uno de los 5 grandes patriarcados de la Iglesia Antigua, junto a Antioquía, Roma, Jerusalén y Constantinopla. Muchos de los mayores teólogos de la época patrística se enriquecieron con la luz de la fe en el Didaskalion, alma máter de figuras como Orígenes. Por desgracia, el esplendor de esta iglesia se vería oscurecida muy pronto por la lacra de la división. En el año 451 tuvo lugar en Calcedonia (actual Turquía) uno de los concilios más importantes de la historia de la Iglesia. En la anterior entrada hablamos de cómo los melquitas obtuvieron su nombre al apoyar al emperador cuando este convocó el concilio y asumió el dogma cristológico derivado de él. Otros no lo hicieron, entre ellos cabe destacar a algunas facciones de los coptos. Timoteo Eluro, quien sería conocido como Timoteo II de Alejandría, accedió a la sede patriarcal tras instigar el asesinato de Proterio, quien era el patriarca oficial (Timoteo había sido elegido clandestinamente por una facción contraria a la fe calcedoniana). Tras muchas peripecias en su vida, Timoteo afianzó definitivamente su puesto en el año 475, dos años antes de su muerte, sellando así el cisma que había iniciado en el 457. Quedó así la comunidad cristiana divida entre monofisitas, que un siglo más tarde serían conocidos como jacobitas (llamados así por un obispo llamado Jacobo Baradeo) y melquitas, que eran fieles a la fe católica. Finalmente se les da el apelativo de coptos, palabra que viene de los vocablos árabe y griego para referirse a los habitantes de Egipto.

Al igual que con otras iglesias de oriente medio, los primeros intentos de vuelta a la unidad se dieron en la época de las cruzados. Por desgracia en esos momentos la iglesia latina no estaba por la labor de que se creasen comunidades que pudieran conservar sus tradiciones propias y se planteaban unas exigencias que los cristianos no estaban dispuestos a aceptar pues supondría renunciar a tradiciones que en esa época eran casi milenarias. Al igual que ocurrió con los melquitas, en los siglos posteriores algunas comunidades muy pequeñas buscaron la vuelta a la unidad con Roma gracias a la predicación de franciscanos y, mas adelante, jesuitas. Cabe destacar aquí el audaz empeño de San Francisco de Asís, quien se presentó en 1219 delante de El-Kamel, el sultán, quien, más o menos, permitió la presencia de los franciscanos en sus dominios. Aún así, los intentos de la vuelta a la unidad no tuvieron especial eficacia.

Un segundo momento que cabe destacar es el polémico concilio de Florencia (1439). El Patriarca de Alejandría mandó una delegación copta para participar en el concilio. Aunque se firmó una unidad formal entre muchas iglesias orientales y la Sede Romana, esta nunca tuvo efectos reales, prácticos y duraderos. Lo más importante, lo que no se perdió, fue la toma de contacto entre Roma y Alejandría. Este contacto tuvo algunas tentativas de unidad a lo largo de los 3 siglos siguientes, ninguna especialmente eficaz. La situación, finalmente, empezó a cambiar a partir del siglo XVII. En 1630 se establece, por parte de los franciscanos, amparados por la congregación de Propaganda Fide y por el papa Urbano VIII, una misión para los coptos en El Cairo. Aunque la comunidad franciscana se había establecido en el 1623, tardó 7 años en afianzar su presencia. En el mismo año se establece una misión de capuchinos franceses y, finalmente, en 1675, se establece una misión jesuita. Tras varias dificultades graves, que llevaron incluso a la disolución de la misión franciscana en 1694, en 1697 se vuelve a establecer la misión, esta bajo la forma canónica de una prefectura apostólica, que es una especie de territorio eclesiástico que no goza de las condiciones para ser una diócesis todavía. Los años siguientes fueron notablemente tensos, pues la jerarquía copta no estaba por la labor de la unidad con Roma, llegando a darse persecuciones en contra de los católicos.

Los esfuerzos admirables de la prefectura habían dado fruto en forma de una pequeña comunidad surgida a principios del s. XVIII. Finalmente, el 8 de agosto de 1739, la situación dio un vuelco muy grande. Gracias al apoyo del obispo ortodoxo Amba Atanasio, quien era titular de Jerusalén pero residía en Egipto, se convirtió en secreto al catolicismo, haciendo una profesión de fe católica delante de dos sacerdotes coptos católicos: Raphael Tuki y Justo Maraghi. Esta conversión fue tan importante porque Atanasio era el vicario general del patriarca Cosme III. Al poco tiempo esta conversión el papa Benedicto XIV nombró a Atanasio vicario apostólico para la pequeña comunidad copta católica, que por aquél entonces contaba con poco más de 2.000 fieles. Aunque desgraciadamente el obispo Atanasio acabó volviendo a la iglesia copta ortodoxa, su labor dejó abierta la vía para que el vicariato apostólico continuara, y así fue. La comunidad copta católica no tuvo reconocimiento por parte de las autoridades otomanas hasta casi un siglo después. Al no tener reconocimiento oficial, no tenían permiso para edificar sus propias iglesias, aunque, como existía una comunidad de católicos de rito romano reconocida por el gobierno otomano, los coptos podían usar sus templos. Finalmente, en 1829, el sultán Mohamed II, reconoció civilmente a la comunidad copta católica gracias a que estos mantuvieron una posición de neutralidad con respecto a la guerra de independencia de Grecia. Desde ese momento, los coptos pudieron, finalmente, construir sus propios templos. El 15 de agosto de 1824, el papa León XII establece el Patriarcado Copto Católico de Alejandría, aunque nada cambió hasta finales de siglo, cuando León XIII nombró oficialmente a Gregorio Macario en 1899 patriarca de Alejandría de los Coptos, quién adoptó el nombre de Cirilo II.


Cirilo Macario (en el centro), primer patriarca copto católico, en 1900

Papa León XIII en 1897

Desgraciadamente, el comienzo del patriarcado fue muy convulso. Tras fortísimas discusiones con las misiones católicas, que querían seguir manteniendo el control sobre los coptos, el patriarca Cirilo renunció en 1908, llegando a renunciar a la Iglesia Católica, a cuya comunión volvió en 1912. Estos problemas provocaros que la sede patriarcal quedara vacante hasta 1947, volviendo, de facto, a funcionar como un vicariato apostólico. El 21 de noviembre de 1947 Pío XII elige al vicario Marcos Khouzam como Patriarca, y ya se normalizó la situación. En el último siglo la iglesia copta ha crecido considerablemente, teniendo en la actualidad más de 250.000 fieles concentrados en su mayoría en Egipto pues apenas tienen comunidades en la diáspora. Pese a la intensa persecución a la que son sometidos, la comunidad copta no deja de crecer. La iglesia copta celebra, como he comentado al principio, una liturgia propia en lengua copta y árabe. La Sede nominal es la de Alejandría pero la sede física está en El Cairo. El actual Patriarca es Ibrahim Isaac Sidrak.


El Patriarca Ibrahim con el Papa Francisco en 2020


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