Las Iglesias Orientales Católicas VIII: griegos

Catedral de la Santísima Trinidad en Atenas


Lăudat să fie Isus!

Seguimos recorriendo la bellísima región de más allá del estrecho del Bósforo y descendemos hasta el Mediterráneo, llegamos a una región donde el cristianismo, recién nacido en Tierra Santa, se encuentra con el mundo de los gentiles, allí San Pablo predicó a los filósofos del Areópago sobre el Dios Desconocido para ellos. Allí invertirá su tiempo gastándose y desgastándose gustosamente por las almas, estableciendo comunidades que le traerían alegrías y desvelos a partes iguales, como podremos leer en sus cartas a los Corintios, a los Efesios o a los Tesalonicenses. Allí el cristianismo se encontró con su mayor aliada, la filosofía. Allí el mundo pagano, que alzó su logos temporal, su pensamiento natural, como un niño que alza los brazos buscando el abrazo de su padre, se encontró con el Logos Divino, que extiende su mano cariñosa y firme sobre aquellos que lo buscan con sincero corazón. Allí el mundo entero se abrió a la esperanza de la salvación pues al principio la Buena Noticia estaba reservada a los judíos. Esta tierra es, evidentemente, Grecia.

Aunque en cierto modo se puede hablar de un primer contacto con el mundo griego ya en el Evangelio de Juan (Jn 12, 20-22) como el encuentro no llega a darse no podemos decir que fuera el inicio de la evangelización del mundo griego, pues Jesucristo sólo anunció el Evangelio a los judíos, hay alguna excepción, como la mujer siro-fenicia, pero es eso, una excepción. Después de la resurrección de Cristo sus apóstoles, infundidos en la gracia del Espíritu, se van por todo el mundo a anunciar el Evangelio. Al principio, como he dicho más arriba, iban por las sinagogas convirtiendo a los judíos del imperio romano. Cabe recordar aquí que Grecia era parte del imperio desde el 147 a.C, aunque se tardó un poco en que toda la región quedara establemente asentada como provincia romana. Es curioso que, aunque Grecia fue materialmente conquistada por Roma, Roma fue conquistado a su vez intelectualmente por Grecia. La cultura, el pensamiento, incluso la religión pagana, pasaron al mundo romano. Por eso la evangelización de Grecia fue tan esencial para Europa, porque sus tres raíces están ahí: derecho romano, filosofía griega y cristianismo. Como he dicho, cuando los cristianos llegaron a la región de Grecia, al ver que en las sinagogas no les hacían caso, empezaron a predicar el Evangelio a los paganos, que lo acogieron de diversas formas,  en Éfeso el gremio de plateros, que dependían principalmente del culto pagano de la diosa Artemisa, sacaron a San Pablo a palos de la ciudad, en Atenas los filósofos rechazaron, al menos al principio, el mensaje de San Pablo, salvo algunos como San Dioniso Aeropagita, que entendieron que el cristianismo era la respuesta a las grandes preguntas de la filosofía. Esto le pasaría, unos 100 después, a San Justino, quien era un filósofo pagano que se convirtió al cristianismo por considerarlo la verdadera filosofía.

San Justino


No quiero extenderme demasiado porque tendría que sacar varios artículos sólo sobre la iglesia griega. Algún día, Dios mediante, escribiré un artículo más detallado sobre el cristianismo griego. El cristianismo se establece desde el comienzo a pesar de la resistencia inicial (más bien pasotismo) del paganismo. Durante los 3 primeros siglos se suceden tiempos de relativa calma con persecuciones durísimas por parte de los romanos. La lista de mártires es inmensa, grandes autores como Orígenes (aprox. 184-253) estuvieron influenciados por los mártires, no en vano su propio padre, San Leónidas, fue uno de ellos. En el año 313 el edicto de Milán del emperador San Constantino permitió la libertad de culto. Más tarde, en el año 395, el imperio romano se divide en dos, quedando Grecia como parte del imperio romano de Oriente, con sede en Constantinopla. Esto, evidentemente, favoreció que, eclesialmente quedara bajo la influencia del patriarca de dicha ciudad. Grecia siempre ha tenido una inmensa mayoría de cristianos de rito bizantino, siendo el latino un resto muy marginal. El Gran Cisma ocurrido en el 1054 separó a Grecia de la comunión con Roma, quedando bajo Constantinopla. Lo más doloroso del Cisma es que no se debió a motivos de fe, sino de política, pura política. Una prueba de ello es el concilio de Lyon (1274) y el de Florencia-Ferrara (1439). En ambos se resolvieron positivamente los problemas doctrinales que se debían más bien a interpretaciones lingüísticas de conceptos teológicos cuyas traducciones del latín al griego y del griego al latín, como "persona", "hipóstasis", "esencia", daban muchos, como he comentado. En los Concilios que he citado se resolvieron estas cuestiones, pero la "unidad" resultante fue muy efímera, realmente ni siquiera llegó a haber un acto de separación como si hubiera en el Gran Cisma, simplemente cada iglesia marchó por su lado.

Constantino Láscaris


En el s. XIV Grecia va a sufrir un gran cambio que marcará su historia, la invasión del Imperio Otomano. La guerra fue larga pues, aunque los otomanos habían entrado en Grecia alrededor del 1390, no terminan de conquistar la región hasta casi el 1500. Esto, evidentemente, produjo que la población, huyendo de la invasión, se refugiada en Occidente y también en el único territorio que quedó, más o menos, sin conquistar, que fueron las islas. Para poder conservar su identidad y su tradición, los griegos tienen que huir, destaca aquí la figura de Constantino Láscaris, un erudito, experto en gramática, que favoreció la extensión del conocimiento del griego en la Europa renacentista. Curiosamente se vuelve a repetir la jugada que ocurrió cuando el imperio romano invadió Grecia, aunque los turcos conquistan Grecia, son, en gran parte, conquistados por ella. Esto se puede ver en que los turcos adoptaron el griego como lengua comercial y económica. Los sabios griegos enseguida encandilaron a los otomanos con sus habilidades administrativas. Invito aquí al lector a explorar la figura de los fanariotas, un grupo de griegos ricos que vivían en el barrio constantinopolitano del Fanar, un bellísimo barrio en el lado occidental del Cuerno de Oro (el río que divide Constantinopla en dos), allí, como curiosidad, se encuentra la sede del patriarcado ecuménico ortodoxo y el colegio griego ortodoxo.

Colegio Griego Ortodoxo en el Barrio del Fanar, Estambul


En fin, cuando Grecia cayó en manos del imperio otomano la cuestión religiosa, como ya vimos en el artículo sobre la iglesia greco-católica búlgara, fue cambiando según las épocas. Hubo algunos intentos de reunificación con Roma pero fueron muy aislados y ninguno llegó a buen puerto. Pero son importantes porque demuestran que, aunque tras el Gran Cisma todo Oriente fue declarado ortodoxo, en realidad mucha gente nunca aceptó esto, y siguió viviendo, aún en secreto, su catolicidad. Uno de los factores que dificultaron estos intentos de reunirse con Roma fueron las restricciones religiosas por parte de los otomanos. No es hasta 1829, a finales de la Guerra de Independencia de Grecia, que estalló en 1821 y se extendió hasta 1830, que el sultán Mohamed II, quien estaba a punto de perder el territorio, permitió la formación de una comunidad greco-católica. Esta fue la primera semilla de la reunificación que arraigó en la tierra buena, aunque no germinó hasta 1911. Varios misioneros jesuitas empezaron una encomiable labor de fomento de la unidad, aprovechando que Grecia era un estado independiente y los otomanos no estaban para imponer sus leyes. Destaca que las figuras más representativas de la búsqueda de la reunificación con Roma eran grandes estudiosos de prestigiosas escuelas ortodoxas, como la de la isla de Halki, de donde salió el padre Policarpo Anastasiadis, quien fue uno de los sacerdotes que más promovió la vuelta a la unidad con Roma. En 1895 se llega a crear un seminario y algunas parroquias de griegos unidos con Roma.

Capilla del Seminario de Halki


Finalmente, en 1911, se consuma formalmente la unidad con la creación de un exarcado apostólico ,por parte del papa San Pío X, en Estambul para los bizantinos que residían en Turquía. Fue nombrado como exarca el padre Isaías Papadópoulos. Tras la caída de Esmirna, una ciudad muy importante de la costa turca, una gran parte de la población se traslada a Grecia, trasladándose, también, el exarca, quien en ese momento era Jorge Chalavazis. Así queda la sede establecida en su actual localización, Atenas, aunque estrictamente hablando se creó otro exarcado distinto, quedando ambos (Atenas y Constantinopla) bajo el cuidado del exarca de Atenas. En Grecia la oposición de los ortodoxos fue virulenta, y mucho. El nuevo estado griego estableció una serie de leyes durísimas contra los católicos, especialmente contra los greco-católicos. Entre otras cosas, tenían terminantemente prohibido participar en la vida política del país y los sacerdotes tenían prohibido vestir las vestimentas orientales. Pese a ello los greco-católicos, a nivel institucional, jamás perdieron la caridad, llegando a fundar un hospital en medio de la II Guerra Mundial, el Pammakaristos. Si bien la iglesia católica bizantina griega nunca fue perseguida, como las que hemos visto, por un régimen comunista, sí han sufrido, y sufren, la durísima oposición de los gobiernos turcos (musulmanes) y griegos (ortodoxos). En Grecia la Iglesia Católica sólo puede existir como entidad privada, lo que les priva de muchos beneficios de los que sí gozan los ortodoxos.

La comunidad católica bizantina griega es muy pequeña, cuenta con un exarca, que actualmente es un monje benedictino español, Manuel Nin. Su historia es curiosa. Se fue a Roma a estudiar patrología y liturgia. Fue nombrado director espiritual del colegio griego en Roma, más tarde fue nombrado rector del mismo. Al retirarse el exarca Dimitrios Salachas, el papa Francisco eligió a Nin como nuevo exarca apostólico.

Cuenta con dos parroquias, incluida la catedral, a 600 km una de la otra. Actualmente el exarcado lo forman 8 sacerdotes y el exarca. La pequeña población está compuesta por tres etnias diferente, griegos, ucranianos y caldeos. Estos últimos llegaron como refugiados a causa de las guerras. El exarcado celebra la Liturgia Bizantina en griego clásico.

Su Excelencia, Manuel Nin, Exarca Apostólico de la Iglesia Greco-Católica de Grecia


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