Las Iglesias Orientales Católicas III: ucranianos

 Lăudat să fie Isus!

Seguimos con nuestro viaje por la tradición bizantina de la Iglesia Católica, esta vez nos vamos a ir a Ucrania, donde está la iglesia oriental más numerosa. A parte de ser la más numerosa, es la iglesia bizantina que primero se reunificó con Roma y una de las más perseguidas. En su caso, al igual que las demás iglesias bizantinas de Europa del Este, tuvo que soportar más de 40 años de persecución comunista. 

El cristianismo llegó por primera vez a esta región por la predicación del Apóstol San Andrés. La presencia cristiana se consolidó con la predicación del papa San Clemente, 3er sucesor de San Pedro, a quién el emperador Trajano invitó amablemente a unas vacaciones forzadas en Crimea. Al igual que el papa San Martín muchos años después, San Clemente recibirá la corona del martirio en esas tierras en el año 97. Tras esto la presencia cristiana fue bastante irregular en los territorios de más allá de las fronteras del imperio romano. No es hasta el s. IX cuando los santos hermanos Cirilo y Metodio, gracias a su dura labor de evangelización, que el cristianismo se afianza definitivamente en la región que luego será Ucrania. Cabe destacar que la evangelización fue posible porque San Cirilo y San Metodio hicieron grandísimos esfuerzos para entender la cultura, el idioma y los demás elementos que conformaban la tradición de los pueblos eslavos. En contra de la Leyenda Negra sobre la Iglesia, lejos de ser una "conquista" que buscaba acabar con las tradiciones de los otros pueblos, la evangelización de los pueblos eslavos fue un ensalzamiento de su cultura. Por ejemplo, lejos de imponer una lengua extranjera, para evangelizar a los pueblos, los santos hermanos aprendieron la lengua y, para facilitar la transmisión de los textos sagrados, le dieron a esas lenguas un alfabeto para poder ser escritas, de hecho el alfabeto cirílico se llama así por San Cirilo, que fue quien lo inventó. Pero sigamos con la historia.

En el año 955 la princesa Santa Olga de Kiev es bautizada en la fe Católica, en concreto en el rito bizantino. Pero no fue hasta que el nieto de Santa Olga, San Vladimir, se bautizó en el 988 cuando el pueblo, de manera más general, se convirtió también al cristianismo. Poco duró esto pues unos años más tarde, en el 1054, se producirá el Gran Cisma, separando formalmente a Roma de Constantinopla y, por lo tanto, de sus territorios dependientes, donde estaba incluida la Rus de la Kiev. A pesar de ello esta región no perdió contacto con la Sede Romana. Aquí entramos en una época curiosa pues, si bien oficialmente la región de la Rus estaba separada de la Sede Romana, el papa San Gregorio VII concedió el título de reyes a los príncipes de Kiev, quienes habían encomendado su territorio a la protección del Papa. Gracias a la invasión mongola las comunicaciones se resistieron aunque, insisto, nunca se cortaron del todo.

En el s. XV empezaron a fraguarse proyectos de unión formal con Roma (principalmente en los Concilios de Constanza y Ferrara-Florencia). Se declaró una unión parcial muy débil gracias a Isidoro de Kiev, obispo. Esta unión fue frenada por el poder político, en concreto por el Gran Duque Basilio III. El pobre obispo pudo escapar por los pelos y fue exiliado a Roma. Un siglo después, cuando el protestantismo empezó a extenderse por el oeste, por el norte crecía el catolicismo romano de Polonia y por el este el Patriarca de Moscú estaba extendiendo su dominio para convertirse en la 3ª Roma. Para evitar ser aplastados en este extraño sándwich litúrgico-territorial y en orden a conservar sus tradiciones y su independencia, algunos obispos ortodoxos, con Mykkhail Rahozha, arzobispo metropolitano de Kiev, deciden unirse a Roma en un sínodo celebrado en el 1594. Como nota curiosa, con un Clemente (San Clemente Romano) se cierra la primera comunidad cristiana, con otro (Clemente VIII) se cierra la unidad de la comunidad greco-católica ucraniana, un 23 de diciembre de 1595. Como 2ª nota curiosa, el papa Clemente VIII  concede al arzobispo metropolitano la potestad para consagrar obispos sin tener que pedir permiso a Roma, esto va a sentar el precedente de las costumbres orientales con respecto a este tema. Pero si San Clemente selló para siempre con su sangre la presencia del cristianismo en Ucrania, ahora no se iba a ser menos...

El acta de unión provocó una serie de revueltas muy violentas. Estas revueltas provocarán varios martirio de eparcas, siendo uno de los más importantes San Josafat, apodado el Ladrón de Almas, por su incansable predicación para que los cristianos volvieran a la Iglesia de Cristo, la Iglesia Católica. Pero de esta impresionante figura hablaré en otro artículo. La sangre de los mártires, como bien dijo Tertuliano, se convirtió en semilla de nuevos cristianos y así, un siglo después, dos terceras partes de Ucrania eran greco-católicas. Pero esta situación no duraría mucho.

Tiempo después empezó una persecución religiosa contra los greco-católicos en Ucrania, pues los zares no deseaban en su territorio a orientales que no fueran ortodoxos. La iglesia greco-católica ucraniana tuvo que sobrevivir en la clandestinidad salvo por alguna pequeña excepción. Si bien tuvo que soportar tiempos muy duros nunca faltaron buenos pastores a la altura de las circunstancias, así, por ejemplo, pastores como Andrei Sheptystsky, quién gobernó esta iglesia la friolera de 44 años (1900-1944) supo guiar, con la ayuda de Dios, a su pueblo a través de dos guerras mundiales y la dura persecución.

En marzo de 1946, al igual que pasó en Rumanía, se celebró un falso concilio para declarar la "unidad" entre católicos y ortodoxos que consistió realmente en el expolio de todos los bienes de la Iglesia Católica. Una vez más los católicos deben demostrar que están dispuestos a beber el Cáliz del Señor. Más de 1400 sacerdotes son arrestados por negarse a aceptar esta "unión", de igual modo fueron arrestados más de 800 monjes y, con ellos, miles de fieles. Se arrestaron también a obispos, incluido Josyf Slipyj, quien era arzobispo mayor de la iglesia greco-católica. Gracias a San Juan XXIII, tras 18 años de trabajos forzados en Siberia, Slipyj fue liberado.  

Años después, tras la caída de las políticas comunistas, el 1 diciembre de 1989 se permitió de nuevo registrarse como entidad pública a la iglesia greco-católica. Gracias al apoyo de las autoridades se pudo recuperar parte de los templos robados por los ortodoxos. No obstante la tensión con el patriarcado de Moscú no ha hecho más que crecer desde entonces. Pese a ello la iglesia ucraniana ha crecido mucho en este tiempo. Los datos que tenemos son un poco antiguos pero muy reveladores. En 2006, por poner un ejemplo, la Iglesia greco-católica ucraniana tenía más de 2.000 sacerdotes y 1.500 seminaristas, más de 1.200 religiosos, más de 3.500 parroquias. Actualmente la iglesia está compuesta por 16 diócesis en Ucrania y 20 en la diáspora. El arzobispo mayor es Sviatoslav Shevchuk, nacido en 1970 y elegido en 2011, con sede en Kiev. Con más de 5 millones de fieles es, actualmente, la iglesia oriental más grande. Celebran el rito bizantino en eslavo eclesiástico, ucraniano y, principalmente en EEUU, en inglés.

Espero que este breve recorrido haya sido interesante. Querido lector, te animo a rezar por esta iglesia, para que siga creciendo, y por la unidad con los ortodoxos.

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